Pedro Pablo Guerrero Todavía existe en Montparnasse el hotel Istria. Junto a su entrada, una placa recuerda que allí vivieron, entre otros, Tzara, Rilke, Maiakovski y su amante Elsa Triolet. En ese mismo hotel trabajó, como portero de noche, Mauricio Electorat, de los 27 a los 29 años. "Yo entré a París por la puerta de servicio", recuerda sentado ahora junto a su escritorio de la calle Estrella Solitaria, en Ñuñoa, una tarde de lluvia, rodeado de sus libros. Llegó de Barcelona en 1987, con la vaga idea de hacer un doctorado en literatura que nunca terminó. Conoció, en cambio, el París de la noche. Las prostitutas, los policías, el tráfico de objetos robados. Se asomó a los bajos fondos."Casi todo lo que cuento en la primera parte de la novela Pequeños cementerios bajo la luna es cierto", confirma. Tal como Emilio, su protagonista, Mauricio Electorat vio una madrugada...