Pedro Pablo Guerrero A los nueve años, Jorge Luis Borges, llamado Georgie al interior de su hogar bilingüe, publica en un periódico de Buenos Aires una traducción de "El príncipe feliz", de Oscar Wilde. Su padre, Jorge Guillermo, recibe al día siguiente las felicitaciones de sus colegas en el instituto donde hace clases de psicología. Creen que la traducción es suya."La confusión es simbólica en más de un sentido -observó Emir Rodríguez Monegal-, porque Borges (el hijo, es claro) habría de llevar al máximo de elaboración estética el arte de las falsas atribuciones y las mistificaciones literarias".Muchos años después, cuando Borges ya era un escritor consagrado, una de las primeras bibliografías extensas de su obra incluyó entre sus traducciones una versión de Omar Khayyam que en realidad había escrito su padre.Cabe preguntarse si en la imaginación del autor de...