Daniela Silva Astorga Corrían los años 70, cuando ella osó mostrarle sus primeros retratos a Bob Borowicz. Él fue lapidario: "Una dueña de casa jamás será fotógrafa", le dijo. Pero la entonces profesora Paz Errázuriz (1944) -felizmente, ratificaría el tiempo- guardó esa frase rígida, o decimonónica, en un cajón. Y aunque a veces le resonaba, jamás abandonó ni su constancia frente a la fotografía ni su ávida curiosidad por el ser humano.Así, vinieron otros tipos de imágenes, que destaparon caras que muchos no querían ver: travestis, viejos, pacientes psiquiátricos o los últimos miembros de los kawéskar, entre tantos otros ajenos a lo cómodo. Y mientras algunos se tapaban los ojos, Errázuriz terminó de contradecir ese vaticinio e inició un camino de reconocimientos: expuso aquí y en el extranjero, cofundó la Asociación de Fotógrafos Independientes (AFI),...