Cuando Rafael Araya, de 51 años, salió de la cárcel de Talca, en marzo, castigado por dispararle un escopetazo en un ojo a un carabinero, notó que su conviviente y madre de su hija de dos años, María Soledad Marabolí Fuentes, de 46, actuaba distinto. “Empezó a sentir celos, a pensar que esta señora andaba con otro”, cuenta Luis Barrera, subcomisario de la Brigada de Homicidios de Talca. La noche del domingo, Rafael encaró a María Soledad a su casa, en la población Santa Lidia de Pelarco, y la amenazó con su escopeta. Yesenia Rojas, de 18 años, su hijastra, salió en defensa de la mujer y, “como en las películas, le dice: me tienes que matar a mí primero. Y eso hizo. Mató a la hija y a la madre con sendos tiros de escopeta en la cabeza”. Rafael huyó e intentó suicidarse en su casa con el arma, pero su sobrino Germán Araya lo detuvo. Frustrado, quiso ahorcarse...