Juan Antonio Muñoz H. Sigue siendo el mismo. Está ubicado al centro del teatro, su mundo, preocupado hasta del más mínimo detalle, absorto en las canteras que le proponen el amor, el deseo y la muerte, amando y exigiendo a sus actores, y guiándolos por los meandros de sus textos y de su propia inteligencia. Sin embargo, hay algo diferente en Alfredo Castro. Él mismo lo advierte cuando dice: "Como siempre en mí, hay algo que empecé a comprender tarde. Esa maravillosa reciprocidad que se produce entre los actores y la gente. Después de todos los años que llevo haciendo teatro, hoy siento que hay un mundo que debo descubrir ahí. Me interesa la narrativa, que el público pueda seguir bien la historia. Enfrentar el realismo con el mayor cariño y respeto, pero, por cierto, también haciéndome cargo de lo que yo soy".Desde anoche, Eugene O'Neill, el mismo de "Largo viaje del día...