Ignacio Bazán En Iloca, parece haber poco miedo a lo que el mar pueda volver a hacer. A pocos metros de la playa, un grupo de obreros curicanos trabaja en un par de casas pertenecientes a la Asociación Gremial de Funcionarios de la Salud.Hace un año, el mar había pasado por el mismo lugar donde trabajan. Donde no quedó nada, ahora se construye.Algo parecido ocurre en otras cinco localidades diferentes de la zona costera azotada por el maremoto. En Constitución, Pelluhue, Dichato, Talcahuano y Tubul, es poco el miedo que hay a construir por donde pasó el mar.Pero la principal preocupación es la entrega de viviendas definitivas.Cecilia Pozo, una dueña de casa de Iloca que vende en la puerta de su hogar los pejerreyes que pesca su marido, decidió instalar su mediagua en el mismo sitio donde el mar se llevó su ex casa. "No tengo miedo -dice-. Crié a mis cuatro hijos aquí y no...