En el itinerario de la Cuaresma, ese viaje en compañía de la Iglesia al interior del corazón del Padre hasta la Pascua, la liturgia dominical nos propone esta joya del evangelio de San Juan. La Palabra de Dios nos acompaña en el camino por el desierto y nos refresca en el camino hacia la meta. Es el Espíritu el que nos guía en este tiempo. Una mujer del pueblo de Sicar en Samaría, junto al pozo de Jacob tiene un diálogo sorprendente. Su encuentro con Jesús es transformante. Dios se le revela con mayor profundidad y adquiere un mucho más conocimiento de sí misma. Eso le transformará la vida.Jesús, fatigado del camino, no sólo tiene sed de agua, sino también de su fe. Jesús le ayuda a pasar suave y delicadamente, con mucho respeto por su situación, desde el agua del pozo al ''don de Dios'', al ''agua viva'', al ''manantial que brota hasta la vida eterna''. Hasta llegar a...