Cristián Warnken En el canal de Beagle, en algunos recodos de la misma ruta que en 1833 hicieran Darwin y Fitz Roy, la Armada de Chile ha instalado en tierra firme un puñado de "alcaldías de mar", pequeñas casas levantadas bajo un cielo inmenso, compañeras de la soledad total de esas latitudes. Viven durante el año, en cada una de ellas, una mujer y un hombre, matrimonios a los que la Armada ha encomendado la misión de vigilar los movimientos de embarcaciones, las pocas que suelen atravesar esas lejanías. Son los guardianes anónimos de nuestra soberanía. En algunas de esas "alcaldías" también hay niños, cuidados por sus padres y por el silencio y el frío austral.Al regresar hace unas semanas de nuestra peregrinación desde Bahía Wulaia, allí donde fuera devuelto Jemmy Button, el yagán trasplantado a Londres por una delirante ocurrencia del marino inglés Robert Fitz...