Texto, Paula Donoso Barros Fotografías, Jorge Marín Instalada hace veinte años en una casona a diez kilómetros de Curicó por el camino a Los Niches, Isabel Miranda junta allí todas sus pasiones. Un vivero, Florida del Alto, donde cultiva casi de todo, aunque esté especializado en árboles nativos y se aleje por opción de todo aquello que no tenga futuro en el clima de la zona o sólo represente una moda -"¿Has visto la locura que hay por los equisetum?", comenta a modo de ejemplo-. Y, al lado del vivero, el jardín de su casa, con más de 5.000 m2 donde se reconoce su teoría de paisajista puesta en práctica.Sus trabajos profesionales están en Curicó y alrededores, donde se ha hecho conocida con diversos proyectos que mueve en paralelo. Acelerada, espontánea, sin malezas en la lengua, habría que decir de Isabel. Entre sus definiciones queda claro que odia los topiarios y...