La designación de Camila Merino como ministra del Trabajo fue un golpe a la cátedra. No tiene afiliación política, no proviene del ámbito laboral, no integró directamente los grupos Tantauco ni maneja redes políticas conocidas. De hecho, varios de los máximos líderes sindicales del país no la conocían hasta ayer, situación que no ven con buenos ojos, en el entendido que hubiesen preferido relacionarse con un político avezado, que entendiera los códigos que suelen imperar en la relación del Estado con los trabajadores organizados."No es una persona conocedora del ámbito de los trabajadores ni del mundo sindical, por lo que esperamos que rápidamente se vaya interiorizando para tener una relación fluida. Hubiéramos preferido a una persona que conociera a los trabajadores más que a una ejecutiva", dice el presidente de la Anef, Raúl de la Puente.En la misma línea, el...