Romina de la Sotta Donoso "El coro de mi escuela en Londres era tan bueno, que Benjamin Britten siempre lo elegía para sus grabaciones. Recuerdo perfectamente cómo nos dirigía; era amable, pero muy exigente. Sabía exactamente lo que quería, y cómo conseguirlo. Sin dejar de ser ni por un momento un gentleman , pues era muy educado y calmado, nos dejaba absolutamente claro que no tenía la menor intención de aceptar algo que no fuera lo mejor de cada uno", recuerda Jan Latham-Koenig (52)."Fue decisivo para convertirme en músico el hecho de ver, siendo un niño, a Britten trabajar con los mejores intérpretes del mundo: Dietrich Fischer-Dieskau, Galina Vishnevskaya, Peter Pears, la Sinfónica de Londres", confiesa. Corría 1963 y Britten había dedicado la obra a esos tres solistas, pues eran los mejores de Alemania, Rusia e Inglaterra, respectivamente. Así ratificaba su apuesta...