Hay una convicción irritante, dirigida, de modo algo condescendiente, particularmente a los jóvenes y a las personas menos ilustradas (que, como sabemos, coinciden, por desgracia, en general con las más pobres) de que da lo mismo lo que se lea con tal de que se lea algo. Así, daría lo mismo leer a Balzac que a Coelho, a Stephanie Mayer que a J. M. Coetzee, a Isabel Allende que a J. Edwards Bello. El último premio Booker, el indio Aravind Ariga, autor de "El Tigre Blanco", percibe una intencionalidad casi "de clase" en esta división. Pero, en verdad, así como para el cuerpo no da lo mismo con qué nos nutramos, para el espíritu tampoco: somos, en buena medida, lo que vemos, escuchamos, leemos, las personas que frecuentamos, los paisajes que contemplamos (por ello puede ser tan decisivo el entorno social, económico y familiar en el cual crecemos y por ello es esencial una...