SANTIAGO.- En la segunda mitad de los 70, el destacado artista chileno Gonzalo Cienfuegos se apartó en algo de las pinturas y de los dibujos para hacer un inusual trabajo: Un portafolio de cartón, forrado en lino crudo.Allí guardó los dibujos que hizo especialmente para un coleccionista brasileño, quien se los encargó tras maravillarse con los trabajos que había exhibido semanas antes en el Museo de Arte de São Paulo Assis Chateaubriand, tanto como para pagarle la mitad apenas le estrechó la mano sellando el acuerdo.Fueron 20 obras las que Cienfuegos realizó y de las que en más de 30 años no volvió a saber, hasta que la Galería Animal aceptó una oferta de su dueño para adquirirlas."Al ver los dibujos me di cuenta de que son muy buenos, y que hay un mundo de estrategias gráficas, color y de frottage, más otras cosas que yo estaba desarrollando en ese momento y que...