Juan Antonio Muñoz H. Sucede con frecuencia en la escena inglesa que los conceptos habituales son cuestionados y que cuando se revisan los clásicos, éstos vienen con un golpe de modernidad en el punto de vista. Es así en la versión danza-teatro de "Dorian Gray" (Oscar Wilde), que Matthew Bourne presentó durante julio en el teatro Sadler's Wells de Londres, donde Richard Winsor y Jason Piper representaron la paranoia y el poder en un dueto masculino.En esta mirada, Dorian es descubierto por un fotógrafo y convertido en foco de atención pública. A partir de eso, Gray se obsesiona con su propia belleza, y colapsa. Como en una sesión de psicoterapia destinada al fracaso, el intérprete debió transmitir esa obsesión consigo mismo y la tragedia de vivir entre el miedo, el deseo y la ira.Para eso, Winsor y Piper se sumergieron en la propuesta de Bourne, y también en "American...