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Juan Antonio Muñoz H. Los fenómenos Susan Boyle, Paul Potts y, últimamente, Freddy Amigo hay que tomarlos como tales, pero también ser un poco más incisivos en cuanto al valor real de su propuesta artística.No se puede desconocer que lo primero que entra en juego en estos casos es la empatía que cada uno de ellos consigue con el público, lo que sin duda es un valor. Su historia personal, su manera de estar en el escenario y sus voces cautivan a la audiencia de un programa televisivo. Espacios que buscan talentos escondidos tras vidas solitarias o de esfuerzo. Quienes compiten seguro han librado una batalla, y están ahí como signo de un triunfo personal. El componente emocional, por lo tanto, es clave.También hay un ingrediente difícil de asimilar: el nulo conocimiento que la masa de espectadores y el mismo jurado tienen respecto del canto lírico. Para muchos, la ópera es...