POR MARCELA ESCOBAR Q.
La cabeza de la pequeña Elisa está cubierta de rizos dorados. Se parece increíblemente a la Teresa Wilms Montt que retratan, de niña, las viejas fotos que se conocen de la escritora. En el árbol genealógico de la familia, Elisa es la tataranieta de la mujer que rompió con todos los cánones de la aristocracia chilena de comienzos del siglo XX. Hoy, Elisa tiene casi tres años, la misma edad que tenía su bisabuela, Sylvia Balmaceda Wilms, el día en que la separaron de su madre.
–Mi abuela, que murió hace cuatro años, tenía recuerdos vívidos de ese encuentro en París –recuerda ahora Soledad Briones, madre de Elisa, bisnieta de Teresa, quien por años vivió con su abuela Sylvia y cultivó con ella una estrecha relación–. Me decía que fue como una visión, recordaba la ropa que vestía y la mirada que tenía Teresa. Mi abuela, de niña, creyó...