Me gustaría saber más de mis antepasados remotos. Aquellos a los que no sé ni llamar por su nombre, y de quienes desconozco todo: sus caras, sus ropas, la tierra en que vivieron, los oficios que cultivaron, aquellos mares y desiertos que atravesaron arrancando de sus perseguidores, porque en algún momento de la cadena de la historia sus vidas debieron ser inestables como arenas movedizas, inciertas, frágiles, veleidosas.Algo sé de mi tatarabuelo paterno, Juan Mouat, que vino desde Escocia hasta Valparaíso y se casó tres veces, y tuvo un catalejo, y hacía predicciones meteorológicas en El Mercurio del puerto, y alguna vez obtuvo la concesión para construir el primer ferrocarril de Sudamérica, entre Caldera y Copiapó, pero no consiguió dinero y debió ceder el honor. A mi bisabuelo materno, David Croxatto, lo recuerdo en su casa en Temuco, en los altos de su almacén, cuando...