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Aquella tarde de abril de 1942, cuando vio el trofeo en la vitrina de Mappin & Webb, en Buenos Aires, Eduardo Costabal Zegers se obsesionó con la idea.
El ingeniero chileno, que materializó el sueño de realizar un torneo sudamericano de golf (deporte que abrazó en su madurez), visualizó en los destellos plateados de tal copa la unión de los pueblos chileno y argentino, separados por la muralla natural de los Andes.
Pero no resultó tarea fácil conseguir el trofeo, ni darle el impulso subcontinental al campeonato.
Sin embargo, en marcha su tesón y entusiasmo, ya nada podía detenerlo y ni siquiera la resistencia preliminar del gerente de Mappin & Webb - quien no deseaba deshacerse de la prenda, porque no estaba en venta, sino en exhibición- impidió que llegara a Chile para activar la primera edición del torneo binacional.
Así comenzó la historia del certamen más...