Cuando los estudiantes chinos realizaron una marcha en 1989 para exigir democracia, los ancianos del Partido Comunista fueron convocados a la casa del líder supremo del país, Deng Xiaoping. El veterano escuchó a los moderados, entre los que se encontraba el secretario general, Zhao Ziyang, quien instó al diálogo con los estudiantes. Luego, Deng impuso sumariamente la ley marcial y el ejército aplastó las protestas estudiantiles en la plaza Tiananmen. Ahora, en el vigésimo aniversario de la cruenta represión, las memorias de Zhao proporcionan una mirada única a las divisiones profundas dentro del liderazgo chino e irritarán a los actuales líderes debido a que él afirma que la democracia estilo occidental es esencial si China desea evitar futuras matanzas. En el libro, Zhao describe la reunión secreta del Comité Permanente del Politburó. "Me dije que sin importar lo que...