EDUARDO DEL CAMPO Desde Bengasi Diario El Mundo Derechos Exclusivos El vecino vio a Mehdi salir de su departamento, puerta 5, a las nueve y media de la mañana del 20 de febrero, cargando dos balones de gas de 18 litros. Le preguntó a dónde iba. "Voy a llenarlos. Se me han acabado". Pero estaban llenos.Tuvo que bajarlos a pulso por las escaleras desde la segunda planta, porque su bloque, el cinco del barrio de El Katish de Bengasi, la segunda mayor ciudad libia después de la capital, Trípoli, tiene los ascensores rotos desde hace tiempo, lo mismo que el timbre de su puerta o los cristales de los balcones que asoman a un solar de tierra deprimente. Cargó las bombonas en el maletero de su coche, un Kaya surcoreano de color verde oscuro de 2007. Poco antes o poco después metió dos bidones de gasolina de 20 litros. Con ese cargamento convirtió su coche de padre de familia...