E n el banquillo de los acusados, Alberto Fujimori repentinamente dejó de escribir. El lápiz que sostenía en su mano derecha quedó descansando sobre una mesa, donde también había una botella de medio litro de agua mineral. 484 días, en los que hubo 161 sesiones de alegatos, llegaban a su final y ahora era tiempo de escuchar a la relatora de la Sala Especial Penal de la Corte Suprema de Lima, Yanet Carazas, quien leería la sentencia en su contra, por su responsabilidad en las matanzas de La Cantuta y Barrios Altos y en los secuestros de un empresario y un periodista. Todos hechos ocurridos entre 1991 y 1992, cuando el Chino era presidente de la República de Perú.El tiempo se detuvo y no voló ni una mosca hasta que la voz de la mujer rompió el silencio. “Veinticinco años”, dijo. Keiko y Kenji, los hijos más mediáticos de Fujimori, sólo agachaban la cabeza, mientras una...