Ordenar por:

Resultados 1 al 5 de 5 para

"James+Hadley"

Piglia: Ficción paranoica y novela negra

| Ver más »

13/03/11 - El Mercurio (Chile)

Piglia: Ficción paranoica y novela negra Pedro Pablo Guerrero Los cazadores lo saben mejor que nadie. Un conejo, una liebre, cualquier animal encandilado por los focos de un automóvil se convierte en un blanco nocturno. En la cuarta novela de Ricardo Piglia un mulato nacido en Puerto Rico llega a un pueblo de la provincia de Buenos Aires y no alcanza a escapar de él. Partida clásica del narrador argentino. En Blanco nocturno hay un crimen, un secreto y una herencia. La muerte de Tony Durán se relaciona, de alguna manera, con la familia más antigua del lugar, los Belladona: el patriarca, sus hijas Ada y Sofía -mellizas perfectas en todos los sentidos físicos del término-, y Luca, el genio (o loco) que vigila la pampa con un faro desde el mirador de una fábrica abandonada.Las pesquisas del comisario Croce y el periodista Renzi avanzan en las horas de insomnio. Al calor del alcohol, el mate o la cocaína, según el...

Chandler sin pelos en la lengua

| Ver más »

24/08/14 - El Mercurio (Chile)

Pedro Pablo Guerrero El autor de clásicos como El sueño eterno , La dama del lago y El largo adiós fue, al igual que su legendario detective, Philip Marlowe, un hombre solitario, mordaz y aficionado al alcohol. Pero a diferencia de él, violó la regla de oro de su artículo "Comentarios informales sobre la novela de misterio" (1949): "Un buen detective nunca se casa".Chandler tuvo un largo matrimonio con Cissy, una ex modelo divorciada 17 años mayor que él. No tuvieron hijos y él la cuidó hasta el final de su vida desvelándose, literalmente, para darle una taza de té cuando, ya anciana y desahuciada, se despertaba a medianoche. Después que murió, el 12 de diciembre de 1954, Chandler pasó el resto de sus días bebiendo y enfrentando crisis nerviosas. Intentó suicidarse en 1955 y en los años siguientes tuvo relaciones fugaces con varias mujeres, incluida su secretaria, una...

La promesa Chéreau

| Ver más »

16/08/02 - El Mercurio (Chile)

En el invierno de 1975, el Instituto Chileno-Francés de Cultura estrenó, como solía hacerlo, una variedad de óperas primas de cineastas franceses. La más interesante de esa temporada fue La carne de la orquídea, una adaptación que trasladaba con singular eficacia el aire trágico del novelista norteamericano James Hadley Chase al espacio policial francés. El director era Patrice Chéreau (ahora de 67), que debutaba en el cine, pero que tenía una extensa trayectoria en el teatro francés, con exitosas incursiones en la ópera, desde Italia hasta Alemania. De ese origen queda constancia en muchas de sus películas (incluida Intimidad, donde las representaciones de Tennesse Williams y James Joyce ocupan un lugar central), aunque ninguna de ella tendría el poder de la primera. En los años cincuenta, cuando se rebelaron contra el academicismo del cine tradicional ­una mezcla...

Intrigas policiales

| Ver más »

09/07/04 - El Mercurio (Chile)

P. P. G. Muchos no saben que el poeta de "Walking around" fue un consumidor insaciable de novelas policiales. Sus tres casas en Chile tenían repisas llenas de novelas en inglés y francés de los clásicos del género: Chandler, Hammett, Simenon... Hoy se conservan en La Chascona no menos de 200 volúmenes de su colección original, entre los que destacan las clásicas portadas de la Serie Noire de Gallimard. En una entrevista con Rita Guibert del año 1970, el poeta declara: "El libro de este tipo que más me ha conmovido como obra literaria en los últimos años es el de Eric Ambler, A Coffin for Dimitrios". De hecho, Neruda consiguió al menos dos ediciones: en inglés y en español (traducida como La máscara de Dimitrios), y leyó prácticamente todas las demás obras de Ambler, que, en honor a la verdad, pertenecen al género de espías, más que al policial clásico. Neruda no...

"El asesino no soy yo"

| Ver más »

28/09/02 - El Mercurio (Chile)

Justo Navarro Digo novela policiaca y pienso en los veranos de mis 13 y 14 años, cuando leía dos libros al día, todos los acumulados por mi padre durante tres décadas, abandonados y olvidados, buscados por mí en todos los rincones. Me gustaban los americanos, un poco menos Edgar Wallace (me acuerdo de sus obras en Aguilar, encuadernadas en piel como misales), y menos Agatha Christie. He olvidado las tramas de los americanos, pero aún me sé algún misterio de Christie. Creo que mi novela preferida fue Al morir quedamos solos, del falso americano James Hadley Chase, inglés. Me acuerdo de un título de Dashiell Hammett: Los siameses escurridizos. Me acuerdo de las rubias y los chinos, los revólveres y las copas de champán envenenadas en las portadas de las colecciones El Búho y La Araña, libros tan viejos que se me deshacían en las manos: el enigma fundamental era si...
.