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Por María de la Luz Galleguillos
"Me gusta que me llamen sólo Marlen", dice con humildad la hermana superiora de la residencia de la Congregación Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, ubicada en dependencias del Colegio Universitario Inglés. Vestida con pantalones oscuros, suéter fucsia y chaqueta morada, esta joven alegre y llena de energía no representa sus 37 años, 17 de los cuales ha dedicado a la vida religiosa.
Sus signos externos son sólo una cruz con el símbolo de su agrupación y el anillo que testimonia su compromiso de consagración a Dios. Estas representaciones son las mismas que caracterizan a toda mujer entregada a la vida en comunidad, cuyo compromiso implica hacer tres votos: de obediencia, pobreza y castidad.
Como superiora, Marlen Díaz tiene a su cargo el hogar que comparte con otras nueve monjas. Además de dedicar su vida a la oración y a la...