Jorge Edwards
Carlos Pezoa Véliz fue el poeta de la vida popular de comienzos de siglo XX, de la lira chilena que se vendía en papeles de colores en los trenes al sur, del hambre, de la rabia, de una forma de ensueño posmodernista que se había frustrado: cisnes y jardines versallescos de Rubén Darío suplantados por burros, por olores de hospital, por entierros pobres. Hizo a conciencia, con lucidez y desengaño, un modernismo provinciano, áspero, a menudo desesperado. Usó el lenguaje de la calle, de los mercados de pueblo, de los campos sombríos, donde en alguna encrucijada oscura se había cometido un crimen. Su verso, que parece venir de una vena picaresca sudamericana, tiene algo de la poesía gaucha y del Martín Fierro; también revela por momentos un parentesco lejano con la inspiración castellana, rural, de Antonio Machado. Décadas más tarde, Nicanor Parra lo...