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Guillermo Saieh Hommann
Nunca sabemos que nos depara la vida, hasta que ocurre lo que no se puede explicar. El 6 de diciembre pasado quedará marcado para siempre en nuestras vidas. Se marchó el gran amor de mi vida. El padre, el abuelo (Bubú), el fiel compañero, el profe, el científico. Con la sencillez que lo caracterizaba, con su trabajo silencioso, con la rectitud del que no transa jamás sus valores, con la calidez de un hombre, un buen hombre, tenemos la certeza de que siempre estará cuidándonos, observándonos y esperando el día en que nos reencontremos. Disfruta de un descanso merecido después de un arduo trabajo y la satisfacción del deber cumplido y del premio de los que viven como él, dando sin esperar recompensa. En forma privada con sus más cercanos, se colocó una lápida en su memoria en el lugar más querido por él, en donde cada primavera florecerá...