Elisa Montesinos En un recoveco al final de la calle Los Quincheros está el ascensor que permite llegar adonde los buses no llegan: la punta del cerro, en 8 minutos, en vez de la media hora caminando cuesta arriba; hasta hace poco, el pan de cada día para los vecinos. "Antes había que pagar colectivo, y a veces se demoran", dice Federico Guajardo, uno de los seis ascensoristas elegidos de la misma comunidad. "Vivo aquí desde que se entregaron las casas del Serviu, hace 23 años. Antes se ponían loquitos los cabros, pero ahora no. Acá arriba es tranquilo".Autos, un par de negocios, niños jugando, perros callejeros, vigilancia policial en moto, es el panorama que se aprecia al bajar en la segunda y última parada del funicular un domingo a mediodía. Hasta se creía que llegarían turistas y habitantes de otros sectores atraídos por la vista y el Parque de la Chilenidad recién...