Apolo Ortiz se ve robusto, pero parece que es bien ágil, porque junto a su hijo Ignacio repelió ayer un asalto a su joyería “Apolo”, en Gran Avenida. Era el séptimo que sufría -entre ellos, en febrero, cuando lo atacaron unos carabineros que olvidaron su placa- y está chato. “No lo pensamos mucho, porque ya es mucho. Eran dos tipos que usaban mascarillas como para la gripe porcina. Uno, con dos armas, que apuntó a mi hijo, y el otro se quedó más afuera. Ignacio se da vuelta en un segundo, le da un golpe y yo también me tiro encima. Cayeron las armas y empezó una pelea, hasta que lo redujimos”, cuenta orgulloso.Acota que antes practicaba kung fu shaolín, por lo que se pudo defender con mayor facilidad.Al ladrón, Manuel Drouilly, lo dejaron en prisión preventiva, mientras se busca a su cómplice.