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"Tom+Castro"
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A Tom Castro lo conocí como contrabandista. Era su trabajo pero también su única pasión en la vida. El engaño era su arte. Y antes de los treinta años consideró que era el momento de realizar su obra maestra.
En el puerto de Marsella vagó durante una semana, hasta que logró ser aceptado en el paquebote francés Estafette que recorría el Mediterráneo por esos años. A principios del verano de 1820, Castro subió a aquel barco soñando realizar el plan por el que sería recordado.
Un año antes había estado en una isla griega donde conoció a Jorgo Bottonis, un pastor de cabras de los montes de Milo. Ese primer viaje dio inicio a su plan que acabaría, catorce meses después, en el Museo Real de París. Antes de llegar a la isla, durante meses, Castro estudió en los museos y bibliotecas de Europa. Su interés específico era el arte antiguo. Realizó una serie de notas y...
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GONZALO GARCÉS
No seamos tontos: discutamos con Bolaño. No perdamos la ocasión, no lo despilfarremos, no seamos tontos: ahí está una de las obras más vivas que se han escrito en nuestra lengua; no la pongamos en un pedestal que no ha pedido. En especial este volumen, que reclama a gritos el disenso y hasta la trifulca.
En mayo de este año la editorial Anagrama reunió, editados por Ignacio Echevarría, los ensayos, artículos y discursos publicados por Bolaño en sus últimos cinco años de vida. Ahí está casi Bolaño en persona: opiniones contundentes, retratos de amigos, relatos de viajes, España y Latinoamérica y sueños. Si es cierto, como recuerda Echevarría, que la lectura puede ser una forma de autobiografía, yo precisaría que Entre paréntesis cifra, específicamente, la historia de una voz literaria, la vibrante voz que los lectores de Bolaño conocen. Lo que...
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Por Juan Cristóbal Guarello
Jorge Luis Borges, en el "Inverosímil Tom Castro", señala que la mejor imitación del Kaiser Guillermo II sucumbiría ante las pequeñas, tal vez imperceptibles, diferencias con el original. Que, a la larga, el suplantador certero no debía intentar jamás replicar, en ningún aspecto, al suplantado. En vez del Kaiser bigotudo, con yelmo, entrecejo severo y el brazo izquierdo muerto, debía presentarse lampiño, de gestos suaves, sin atributos militares y con la zurda en perfecto estado. O sea, el descaro entendido como la mejor herramienta del engaño.
Sobre lo mismo, recuerdo a los conspiradores de "El Hombre que fue Jueves" de Chesterton. Ellos, en la mesa central del restaurante más concurrido de Londres, planeaban -con gritos y ademanes- derrocar al gobierno con un violento movimiento revolucionario. Sabían que sus planes desembozados pasarían...
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FERNANDO IWASAKI
Entre los impostores y falsarios de la literatura, el venezolano Rafael Bolívar Coronado (1884-1924) merece un lugar de privilegio al lado de George Psalmanazar y James MacPherson, aunque haciendo hincapié en que Bolívar Coronado escribió su obra apócrifa en el siglo XX y no para halagar su vanidad o conseguir más poder, sino para llegar a fin de mes.
Seudónimos
Gracias a sus casi 600 seudónimos conocidos, Bolívar Coronado publicó más de medio centenar de títulos en todos los géneros, desde comedias y poemarios hasta novelas y crónicas de Indias del siglo XVI. De hecho, una de las víctimas favoritas de Bolívar Coronado fue su propio paisano Rufino Blanco Fombona, a quien le coló una docena de crónicas espurias que Fombona publicó en la prestigiosa Editorial América de Madrid.
Así, en la Biblioteca del Congreso de Washington y en la Biblioteca...