Texto, Soledad Villagrán Varela Retrato, Homero Monsalves
Le alucinan las ciudades, les tiene adicción. Si le dan a elegir entre 15 días de vacaciones en Torres del Paine o en Nueva York, no duda en internarse en la vorágine de la Gran Manzana. "Me gusta caminar por las calles de los grandes asentamientos, sentir su energía, entender su cultura, la diversidad de idiomas, de razas", dice al teléfono desde Washington el arquitecto chileno Eduardo Rojas: 60 años recién cumplidos, marido de la artista textil Cristina Montero, padre de tres hijos y, hace un mes, abuelo de Bryce.
En Washington Rojas fijó su residencia hace más de veinte años, primero como especialista de desarrollo urbano de la OEA y, después, del BID (Banco Interamericano de Desarrollo). Allí ha tenido la suerte, como dice, de que todos los créditos que ha pedido Chile han pasado por él; así es que viene...