Rocío Montes Rojas
Desde Madrid
Hasta hace cinco años, las autoridades españolas temblaban cada vez que se acercaba la Semana Santa, las vacaciones de verano, la recesión por Navidad y Año Nuevo, y cualquier fin de semana largo que sirviera de excusa para que la gente se subiera al auto y se largara de las ciudades. Como si fuese un hecho irremediable, existía la certeza de que muchas de las familias que repletaban las carreteras en busca de descanso y paz jamás regresarían a sus casas pues morirían tras sufrir un accidente de tránsito. Las cifras de 2003 fueron espantosas: 4.029 personas fallecieron sobre el asfalto durante ese año. Fue entonces cuando la indignación venció a la desidia y el país entero decidió ponerle fin a tanta muerte.
Ha sido una revolución silenciosa, eficaz. Los muertos por accidentes de tránsito siguen siendo muchos, pero la cifra se ha...