Roberto Careaga C. "¡Qué batahola!", termina una crónica Domingo Faustino Sarmiento en la que atrapa el agitado ánimo de Valparaíso en 1841. Publicada en El Mercurio de Valparaíso el 6 de septiembre de aquel año, es la mirada de un extranjero asombrado. El político argentino estaba instalado en Santiago mientras en su país arreciaba una guerra civil y un día decidió recorrer el puerto: vio un "torbellino". Un caos de comercio, lenguas de todas las procedencias, casas sin números esparcidas por los cerros, cementerios convertidos en paseos sociales y estallidos instantáneos que podrían ser incendios, sublevaciones o una carrera de dos ciudadanos de Viña del Mar a Valparaíso que convoca multitudes. "Este es un pueblo material, positivo, hediondo a taberna y brea: no es a propósito para el cultivo del genio, de las ideas y los grandes pensamientos (...). No se piensa: se...