Por Peggy Orenstein, The New York Times
Alguien a quien no he visto en décadas, acaba de postear una foto mía en Facebook; ahí estoy a los 16 años, vestida con un desafortunado sweater con cuello holgado, y mi corte de pelo que parece una bola de algodón. William Faulkner, sospecho, lo amaría. Facebook, después de todo, es la mejor evidencia que existe hasta ahora de un pasado que no muere.
Desde que me inscribí hace un par de meses, me he sentido empujada a un episodio perpetuo de "Ésta es tu vida" (completa, con comerciales). "Amigos" del jardín infantil han reaparecido, así como también profesores de media (incluyendo a uno que me apoyó contra una pared en una fiesta de graduación y me dijo: "Ahora no hay mucho que mirar, pero cuando tengas 30 vas a estar increíble"). He vuelto a tener contacto con el hermano de un amigo que murió, he redescubierto a mis compañeros...