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EDUARDO MORAGA V.
Sentada como está, con la espalda apoyada en una almohada, la vista al frente, fija, las manos abiertas sobre el cubrecamas, Hortensia Quinteros recuerda a uno de esos personajes de los Santos Inocentes, el libro hecho película de Miguel Delibes.
Un velador decimonónico, una radio a pilas que chicharrea, el chal negro que le cubre los hombros y el crucifijo sobre las paredes de grueso adobe blanco, reafirman el cuadro.
"Si hubiera venido hace un año habría visto que hacía de todo en la casa. Lo que pasa es que se me fue la fuerza de las manos", reconoce, con una extraña vergüenza, como si necesitara excusas por estar postrada en cama a sus 84 años.
Lo de extraña vergüenza no es un decir. Hortensia Quinteros (14 hijos, viuda de Delfín Segundo Astorga tras 62 años de matrimonio, vecina de "El Tránsito", cerca de Buin), hasta hoy no le pide un peso a...