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Por Luis Miranda Valderrama
El destino de Juan Manuel Tornia era la cárcel. Sentado en una de las salas del Juzgado de Garantía de Valparaíso, esperaba que todo saliera bien, aunque fuera una sola vez en su vida.
Juan había robado un auto. Pero el delito cometido por el muchacho había sido tan absurdo como irracional. Con el cuerpo y el cerebro llenos de pasta base, sacó el auto de su jefe con el único fin de comprar más papelillos de droga. La gran idea provocó que Juan Manuel chocara el vehículo y se enfrentara por primera vez en su vida a dar cuenta de sus actos ante la ley.
"Yo trabajaba en un taller mecánico y andaba arriba de la pelota y quería ir a comprar más pasta", confiesa. "Y como andaba loco, choqué el auto. Y ahí caí judicial. No quería llegar a la cárcel y le pedí a la abogada que me ayudara. De verdad, le pedí por favor que no llegara a la...