POR ANA JOSEFA SILVA En ese prodigio del cine que es "El Arca rusa", Alexander Sokurov seguía a sus personajes -nobles y aristócratas de elegantes trajes y finas joyas- copando con sus refinados modos cada rincón de L'Ermitage. En un gran plano secuencia la cámara subía y bajaba escaleras, en medio de magníficas obras de arte. El relato nos describía a esta casta; nos hablaba de su presente, su pasado y también de su futuro (el tiempo indivisible, como el continuo que es), ad portas de la revolución bolchevique y, por tanto, de su fin: el arca que los reunía no estaba destinada a salvarlos.En "Francofonía", Sokurov se traslada a París. Esta vez recurriendo al relato en off (la misma voz del director) que la describe, el 14 de junio de 1940, como "una ciudad abierta", con sus gobernantes huyendo al sur, mientras el Ejército nazi toma posesión y "la guerra calla". Es la...