Mauricio Electorat Una de las cosas que me llaman la atención últimamente es escuchar a amigos declarar que no leen novelas. Se trata, por lo general, de gente culta, véase muy culta: filósofos, periodistas, ni qué decir tiene de abogados, políticos u otras profesiones liberales más lejanas a la órbita de las humanidades. Que un ingeniero o un médico no lea novelas puede parecer comprensible, en un mundo en que las literaturas específicas ligadas a los vastos saberes científico-técnicos son cada vez más nutridas. Pero que intelectuales vinculados al amplio territorio de las humanidades le digan a uno que ellos no leen novelas, a veces con un dejo de irritación, como si leer narrativa fuese una actividad algo infamante, una especie de pasatiempo para señoritas ociosas, no deja de ser sorprendente.Esto habla, a mi juicio, de una pérdida de prestigio de la ficción en el...