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Por Ana Callejas Bustos / Fotos José Alvujar Ha pasado un mes. Ha pasado un mes y algunos días. Ha pasado un mes, algunos días, y Marcelo Vega Muñoz aún siente el olor a carne achicharrada acosándole cada cinco minutos. La noche del 8 de diciembre del incendio en la cárcel de San Miguel se repite en su mente como un déjà vu eterno.Así la recuerda: a las 4.30 de la madrugada se despierta con el griterío del área sur. Abre los ojos y nota una neblina débil mezclándose con la oscuridad de su pieza, en el sector norte del piso 4 de la torre 5. Supone que se trata de una pelea. Supone que es de las grandes. Aún medio atontado por el sueño, escucha a lo lejos "para, para, no me peguís más. No le peguís a mi hermano". Marcelo ve a reos corriendo, a otros levantándose y a muchos gritando "incendio, incendio". Se tira al piso y, descalzo, siente cómo la temperatura del...