Subías al Aqua con la certeza de que bajarías más obeso, más guatón.En los años en que se ponía de moda la exótica (y cara) cocina del brasileño Alex Atala, el Aqua (hoy se llama Aria Amazon, después de una renovación en 2015) se consolidaba como la única posibilidad de mezclar, en un mismo viaje, todos los mimos de un crucero, más la chance de degustar insólitas rarezas de la selva; incluidos majas (roedores más grandes que cualquier gato doméstico), suris (contundentes gusanos que tendría el placer de hacer crujir entre mis dientes), más, claro, filetes de paiche:el sorprendente monstruo de la Amazonía. A fin de cuentas, la gran razón de por qué volabas hasta Iquitos y, pronto, estabas echado en alguna de las camas del crucero no esperando a que encendieran los motores, sino los fogones de su épica cocina.Hasta hoy, cuando uno piensa en el Aqua -un crucero...