Por MARÍA CRISTINA JURADO. Fotografías: CARLA DANNEMANN.
Creció mirando los barcos de la marina mercante en Iquique, donde su papá trabajaba. Algo dentro le recordaba que ella no era sólo del mar: su mamá, Silvia Curilén, había nacido y crecido en los campos de trigales de Pitrufquén, la tierra ancestral de sus antepasados. María, entonces, era de la tierra y del mar.
Como la mayor de los tres hermanos Pasten Curilén, aprendió mapudungún en cuanto pudo. Arrastraba las palabras y jugaba con ellas, hasta que las fue dominando, una a una. "A mí y a mi mamá nos habían dicho, a cada una en su momento, que lo mejor era olvidarnos de la lengua mapuche y sólo hablar castellano. Es que era muy duro vivir sintiendo discriminación y siempre nos habían discriminado, en todas partes. Mi abuela le prohibió terminantemente a mi mamá hablar mapudungún, pero ella fue donde su...