Por Josefina Licitra, desde Buenos Aires. Ilustración Alfredo Cáceres. Fotografías Alejandra López. Leni González conoció a ese hombre a mediados de la década de 1990.-Soy músico, pero no transo con el mercado -se presentó él-. El éxito no me importa. Lo hago para mí y para mis amigos, porque componer y tocar me hace feliz.Esa introducción, que a muchas mujeres puede provocarles un ataque al hígado -o, como mínimo, encenderles una luz de alerta- a Leni le pareció de una gloriosa candidez. Egresada de la carrera de Historia, sensible y comprometida con los desvalidos del mundo, Leni vio en la figura del "artista incomprendido" una señal de pureza. Y ella necesitaba eso: una vida simple, una existencia sin mayores contaminaciones. Al tiempo, Leni y el "artista" vivían juntos. Y al tiempo, también, ella comenzó a recibir llamados al trabajo:-Hola, linda, sé buenita,...