Cada mañana, después de ejercitarse durante 45 minutos y tomar desayuno con su esposa, Ivonne, Le Corbusier se concentraba en el taller que tenía en su departamento y se dedicaba a pintar, dibujar y a tirar líneas de nuevos edificios, iglesias o casas. Ya por la tarde, apenas terminado el almuerzo, cubría a pie la distancia que había entre su hogar y su estudio y se entregaba de lleno a sus proyectos arquitectónicos.Charles-Edouard Jeanneret-Gris, más conocido como Le Corbusier, era imparable y versátil, y así fue como al morir, en 1965, dejó por herencia una obra diversa, abundante y, de algún modo, repartida a través del mundo.El Barbican Centre de Londres, construido según sus postulados, recuerda actualmente a este hombre visionario, precursor de la arquitectura moderna, con una monumental exposición. La muestra cubre todas las facetas creativas del autor, que nació...