U na de las virtudes históricas del terror, que también ocurre en el sci-fi, es su capacidad de constituirse en metáfora de miedos sociales más profundos que los proyectados en la pantalla. En los albores de la Guerra Fría, Hollywood utilizó el temor alienígena para anunciar la amenaza soviética y George Romero planteó su inquietud al presentar a su sociedad como zombies -en pleno debate por los derechos civiles- en “La noche los muertos vivientes” (1968). En esa tradición ideológica se instala esta adaptación del prolífico Stephen King, que perturba por su fatalista mirada del ocaso de la era Bush. La casa del dibujante David Drayton (Thomas Jane) es aplastada por un enorme árbol. Al recorrer el barrio, el hombre descubre que sus vecinos, entre ellos el abogado Brent (Andre Braugher), también sufrieron percances similares. Junto a su hijo y Brent parte al...