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Viene Lila Downs a Chile, y es una excelente noticia: a ella no hay que perdérsela, porque es talento puro, una de esas artistas inolvidables que sólo salen de esta zona del mundo llamada Latinoamérica.
Tiene Lila en su sangre -y por fortuna en su entrega artística- una atronadora fuerza de raíz indígena: su madre, la cantante de cabaret Anita Sánchez, es de origen mixteca. Pero, y ahí está la segunda mitad de su gracia, lleva Lila en el otro bolsillo el pedigrí de un sofisticado padre estadounidense, el profesor de arte y cinematografía Allen Downs. Lila es entonces, gracias a esa fusión humana, una muestra de lo mejor de dos mundos: el de las cepas latinas y el de la inteletualidad norteamericana. Es un producto sofisticado, noble y mestizo.
¿Qué más decir de ella? Antes que nada, oíganla. Escuchen su voz poderosa. Pongan atención en su selección de letras.