A los 39 años, Simone de Beauvoir descubrió que era mujer. Lo decía su carnet de identidad, su cuerpo, su falda todos los días. Gran parte de lo que había escrito hasta entonces giraba en torno a la extrañeza de ser mujer en un mundo, el de los cafés existencialistas, donde reinaban sin contrapeso los hombres. Lo más extraño de sus novelas hasta entonces era justamente lo natural que esto le parecía. Solo a los 39 se le ocurrió, empujada por su cómplice eterno, Jean Paul Sartre, escribir sobre ser mujer directamente y sin metáforas. Se hundió en la mayor fiesta intelectual posible, la de descubrir desde cero lo que se supone has sabido siempre. La de desmontar los supuestos sobre los que te sientan para sentarte desde otro cuerpo, desde otra historia, por fin tuya. De esa orgía intelectual nace, en 1949, El segundo sexo . Mitad manifiesto de liberación de la mujer, mitad...