SEBASTIÁN HENRÍQUEZ "Era una joyita" la máquina que Roberto Orellana conducía ayer desde Cañete a Tirúa, comentan los familiares de la víctima. Tenía al momento de la colisión sólo seis meses y su chofer y propietario la cuidaba con esmero. "Era su primer bus cero kilómetro" dice su hermano, Joel Orellana, quien explica que "antes tenía otra, pero la que chocó es la primera nueva que se había comprado".Joel, acompañado de dos vecinos, pasó la tarde de ayer esperando que el Servicio Médico Legal de Concepción entregara los cuerpos de las 11 víctimas, entre ellas su hermano Roberto, y el sobrino de ambos, Hernán Orellana, quien trabajaba como auxiliar en el bus."Le ha llovido sobre mojado a la familia" dice Joel antes de relatar las desventuras que Erasmo Orellana, padre de Roberto, pasó antes de morir la semana pasada de un infarto cardíaco. Erasmo, que sobrevivió...