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"Pauline+Bonaparte"

Un oasis provenzal

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Desde Aix en Provence, Francia | Texto, Priscilla Heiss | Fotografías, gentileza Hotel La Pauline  En Aix en Provence el ambiente primaveral ya se vive en sus ruidosos mercados, callejuelas angostas, famosas panaderías y más de cien fuentes de agua que refrescan diariamente a sus habitantes y turistas. A sólo tres kilómetros de esta mágica ciudad, la misma que el pintor Cézanne recorrió y pintó incansablemente, el exclusivo hotel "La Pauline" invita a viajar al pasado, a la época en que reyes y princesas habitaban casas de ensueño y se perdían entre jardines bordados con piletas. Una arboleda de plátanos orientales es el primer vistazo a esta "bastide" -típica casa provenzal del siglo XVIII- que se posa en una colina y que hoy, además de ser un reconocido hotel en la región, es el lugar de descanso de un matrimonio belga y sus dos hijos, que son los propietarios.Hace...

La Provenza de Verónica Blackburn

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Comente este artículo La destacada empresaria gastronómica estuvo dos semanas en la Provenza francesa. Alejada del circuito tradicional, se refugió en pequeños pueblos que ni aparecen en los mapas. Así descubrió una Provenza menos saturada de turistas, que conserva su espíritu pausado y que cautiva con su intenso perfume a lavanda y hierbas aromáticas. Por Verónica Blackburn U n viaje a la Provenza no puede ser apurado. La Provenza es para relajarse. Hay que destinar por lo menos una semana a este recorrido e intentar combinarlo con el descanso. Es la mejor forma de apreciar los azules, verdes y amarillos que ofrece el paisaje, de empaparse de los intensos sabores y aromas del romero, el tomate y la lavanda, y de adecuarse a la vida pausada de los provenzales. En la Provenza el auto es indispensable: casi no hay micros que lleven de un pueblo a otro. Una vez arrendado el...

Divagaciones Romanas

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Por Constance Hamilton Roma es mi ciudad de adopción. Allí tengo yo mi "domus" romana y también mi "familia adoptiva". Roma es, sin duda, la ciudad donde más haya caminado en mi vida... Como todos, soy también un animal de costumbres, y, como cada vez, me encuentro distraídamente hojeando, mientras tomo mi café, "Le Passegiate Romane", de Stendhal, eternamente sobre una de las mesas del salón. Nunca fallan en inspirarme, y, andarina como soy, salgo, sin rumbo fijo, estimulada por el ilustre francés, a inventarme mi propio itinerario. Al igual que otras veces, me cuesta creer que de verdad mis pasos se encaminan por suelo romano, que no sueño. Mi relación con la ciudad es de profunda intimidad, y me siento nerviosa y excitada, como quien encuentra a un amante que no ha visto en largo tiempo. Roma, alguna vez me lo dije, es como una gran cortesana que jamás se entrega del...
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