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"Paulina+Massa"

Ellas van a estudiar... y ellos las siguen por el mundo

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Aunque lo clásico es que el hombre estudie un posgrado en el extranjero y su señora lo acompañe, hoy es cada vez más común que ellas tomen la iniciativa. El estar casadas no las frena; es más, cuentan con el apoyo de sus modernos maridos, quienes, haciendo algo que hace 20 años sonaba impensable, empacan sus maletas y felices las siguen. A ellos les dicen "príncipe consorte", o "héroe con delantal", pero estos maridos van un paso más adelante, valoran el empuje de sus mujeres y una vez fuera estudian o trabajan para realizar una aventura de a dos. "El camino que hicimos no fue fácil. Pero todo el tiempo sentía que valía tanto la pena porque me gusta lo que hago y porque me gusta mi familia. No quería quedarme estancada, para eso tenía que estudiar y también queríamos tener hijos", explica Paulina Massa, médico psiquiatra que luego de estudiar está de vuelta en...

Educación, cruzada familiar

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María Cristina Silva Méndez Rodrigo, el segundo de los hijos de Hugo Montes, cuenta que cuando era chico y en el colegio le preguntaban ¿viste lo que pasó ayer en Estados Unidos?, él no entendía cómo podría haberlo visto. Efectivamente no tenía cómo verlo, ya que en su casa no había televisión. Esto era así "por principio", explica. Esta sencilla anécdota demuestra que frente a la educación de niños y jóvenes - tema que le apasiona- , Hugo Montes Brunet (76 años, 6 hijos) tiene una mirada propia, distinta de los esquemas tradicionales. Poeta, ensayista, diácono, fundador de colegios, abogado, pero profesor ante todo, ha plasmado su filosofía educativa en sus tres colegios diaconales (ver recuadro), iniciativa que comparte con su mujer Carmen Gloria Ibáñez (61 años) y con sus hijos. Conscientes de las enormes carencias de los niños, los Montes Ibáñez se...

TELEFONO CELULAR.

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"En agosto de 1999 compré un celular Aló PCS Entel, Ericsson modelo CF-768, en Falabella de Valparaíso. A medida que fui usándolo me di cuenta de que no funcionaba como decía el manual, por lo que volví a cambiarlo, pero dijeron que después de 10 días había que ir al servicio técnico. Allí me lo recibían, con la advertencia de un mes de demora, porque "el laboratorio se encontraba saturado". El año pasado estaba terminando mi memoria para el título de ingeniero y debía viajar continuamente entre Valparaíso, Santiago y San Fernando, por lo que no pude dejarlo tanto tiempo, ya que necesitaba estar ubicable. En marzo me radiqué en la capital y llevé el aparato al servicio técnico de Mac Iver, donde me cobraron porque presentaba un supuesto golpe, lo que no es efectivo porque nunca se me ha caído. Quisiera reclamar por esta mala atención", dice Paulina Massa...

El problema de criar hijos perfectos

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MARÍA PAZ CARVAJAL Ignacio (10) no sabe lo que es dar problemas. Nunca hizo un berrinche en público, siempre anda ordenadito (con la polera adentro), pronuncia todas las "s", tiene excelentes notas, una disciplina ejemplar, le gustan todas las comidas y jamás se queja. Lo que para sus papás es motivo de orgullo, para el resto de la familia es de inquietud. "Lo criaron como perfectito, es como el hijo de 'Los Flanders' (vecinos de Los Simpsons), pero eso le trae conflictos que sus papás no captan", cuenta un tío de Ignacio. "Es súper tímido y le cuesta relacionarse; no demuestra mucho sus estados de ánimo y si alguien lo molesta se va 'pa'dentro', hasta su hermano chico ha tenido que defenderlo". Ojo. Cuando alguna situación luce así de perfecta, no siempre lo es tanto. Muchas veces, detrás de ese "hijo ideal" se están manifestando rasgos evidentes de...

Un paréntesis antes de volver a clase

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MARÍA PAZ CARVAJAL Fue duro, pero tras años de diagnósticos fallidos, Elena entendió que su hija adolescente sufría de bipolaridad y que, a esas alturas, el mal ya la había sumergido en una grave depresión. "El colegio se portó muy bien, pero ella no resistía ningún tipo de presión, así que el siquiatra le indicó dejarlo por tres meses". Estuvo hospitalizada una semana, pero después del alta vino lo peor: "Como trabajo, tuve que dejarla con la nana; la llamaba cada media hora para ver si se había tomado los remedios, si no había hecho alguna locura; una vez lo intentó. Tenía terapia tres veces por semana, pero había que mantener su cabeza ocupada en otra cosa que no fuese la enfermedad. Volvió de oyente a clases y aunque le gustaba estar con sus amigos, estaba tan desfasada en las materias, que se sentía ajena a muchas conversaciones". No al...
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