Mario Valdovinos Como todo poeta que se respete, Alfonso Calderón (1920) debutó en la lírica de manera precoz, a los 19 años, con Primer consejo a los arcángeles del viento (1949), pero tardó casi diez años en reincidir en un género que lo acompañó toda su vida de fecundo prosista, diarero -porque escribía en diarios y redactaba diarios íntimos-, y, por encima de todo, de memorialista, un memorioso de la estatura de su maestro, Joaquín Edwards Bello. Desarrolló en su poesía los motivos esenciales de los láricos: la tierra, la infancia, el sur mítico, los padres, la casa, la tristeza de los trenes sin pasajeros en las ventanillas, todo envuelto en una especie de niebla.Sus 18 libros de poesía editados trazan su retrato, por presencia o lejanía. Calderón brillaba por su ausencia en la lírica criolla y solía vérsele más como un escritor confesional, oculto y tenaz,...