Sebastian Moffett y David Gauthiers-Villars PARÍS.- Fue una de las denuncias de espionaje industrial más estremecedoras en la historia de la industria automotriz en el mundo: en enero, el fabricante francés Renault SA acusó a tres ejecutivos de vender a un competidor secretos de su tecnología de vehículos eléctricos. Circularon rumores de que los compradores eran "los chinos". Eric Besson, el ministro francés de Industria, dijo que el robo era equivalente a una "guerra económica". Renault sospechó que el botín estaba depositado en cuentas bancarias en Suiza y Liechtenstein.Dos meses después, la investigación se está pareciendo cada vez más a una comedia de errores. Crecen los indicios de que Renault apretó el gatillo demasiado rápido, de acuerdo con varios ejecutivos de la automotriz, abogados, consultores externos y Michel Balthazard, uno de los ejecutivos acusados...