En la antigua Roma, los ricos escapaban al campo apenas podían (y literalmente: los perseguía de continuo algún emperador hostigoso que les codiciaba hija, bolsa, mujer; lo que se ofreciera). Sabían que "del jefe y del mulo, mientras más lejos, más seguro". En su Germania los bárbaros, en cambio, que hasta hoy nunca se han resignado a la vida citadina, vivían en los bosques, donde comían y eran comidos por jabalíes y otras alimañas.Cerca de Roma, los finos, como Marco Tulio (llamado "Cicero" OgarbanzoO, por lo petiso y redondo), se dedicaban a plantar, regar, abonar, podar. Podaban sin descanso, hasta el punto de luxarse el dedo gordo. Virgilio, poeta imperial, escribía poesías latosísimas sobre cómo podar un ciruelo, o una higuera, o enderezar una parra o polinizar. Se la pasaban en eso, hasta que los agarraba el pihuelo y los degollaba Nerón o algún otro...